miércoles, 28 de enero de 2015

¿Cuál es el problema?

El cementerio está a unos setecientos metros al sureste del pueblo, aunque una urbanización de los años noventa se acerca hasta los doscientos metros.
Se parece a todos: tapia, cipreses y tumbas silenciosas confinadas en la nítida geometría de la muerte, en la pacífica permanencia de lo inane y lo olvidado.
Un lugar apartado, silencioso, solitario. Tiene un problema: Cuando hay entierro los familiares del difunto se colocan de pie ante la tapia para recibir el pésame, como si estuvieran esperando el pelotón de fusilamiento, y allí, según la época del año, les puede abrasar el sol inmisericorde o empapar la lluvia cruel y helada.
De pie derecho, unen a su dolor la sordidez de su impúdica exposición y reciben el apresurado pésame de sus conciudadanos, que cumplen con la costumbre y huyen.

Tapia del cementerio de Badajoz
(No es a la que me estoy refiriendo, pero puede valer como ejemplo)

La alcaldesa y los concejales de ese pueblo deciden que ya va siendo hora de poner una marquesina que proteja a los dolientes de las inclemencias del tiempo.
Su primera idea es muy sencilla y clara. Ya saben lo que quieren: una parada de autobús. Así. Tal cual. Comprarla según viene en catálogo y ponerla delante de la tapia.


Una inmediata aplicación funcional para resolver un problema real y concreto. Pues ya está: Problema resuelto. Mejor dicho: al quedar resuelto al mismo tiempo de ser planteado no llega ni a ser problema. ¿Cuál es el problema?
Además, ese elemento está fabricado en serie, lo que reduce mucho los costes, asunto nada baladí en un ayuntamiento que no tiene suficiente dinero para nada.
Pero de pronto alguien estropea ese momento de plenitud, pues opina que esa marquesina es buena para la lluvia, sí, pero no para el sol, y en el acto acuerdan que la pondrán tal cual, pero con el techo opaco. De nuevo queda solucionado un problema casi antes de ser planteado.
Pero justo en ese momento surge el verdadero problema, un problema que ya no tiene solución fácil y rápida (ni tampoco difícil y lenta). Uno de los concejales dice: "¿Y el techo será de chapa?" Otro le contesta: "Pues sí, claro". Y aquél remata: "Qué feo".
Ese es el problema: "Qué feo". Puff. Ese sí que es peliagudo.
Y entonces acuerdan que quedaría mucho mejor con un tejadito de teja. Pero, claro, la teja no se puede poner sobre esa marquesina industrializada y prefabricada, sino que hace falta hacerla "de obra", y entonces llaman a tres constructores locales para que den precio de quién sabe qué: pues una... así como... con unos... y que tenga tejado de teja. El equipo de gobierno no define nada, y los tres constructores dan precio, pero cada uno de una cosa distinta. No explican claramente lo que van a hacer, ya que describen la marquesina con apenas tres o cuatro líneas de texto muy imprecisas, y es imposible saber exactamente a qué se refiere cada uno.
Entonces alguien se acuerda de mí. Me propone y todos asienten tranquilos por fin. De nuevo ha dejado de haber problema porque ya me hago cargo yo. Ya veis: El encargo de mi vida (no se dice claramente, pero se entiende que es gratis, como amigo que soy de los miembros de la corporación municipal). Debo hacer un croquis rápido (vamos, un mono de servilleta de bar) que sirva para remitírselo a esos tres constructores y que vuelvan a presupuestarlo. La idea es que esta vez presupuesten todos lo mismo.

Cementerio de mi pueblo: Seseña (Toledo).
Lugar para recibir el pésame junto a la puerta del cementerio.
Imagen obtenida de google maps.
(Un ejemplo de solución al problema que se me plantea en otro pueblo)

Por una extraña razón, por un estúpido romanticismo (y porque no tengo un encargo desde hace tiempo), la encomienda me emociona y me toca la fibra.

viernes, 23 de enero de 2015

Je suis Charlie (mais j'adore l'argent)

Estos días se ha hablado mucho de libertad, de tolerancia, de dignidad. Y se han escrito muy sentidas palabras ante el brutal atentado terrorista de unos islamfanáticos contra los trabajadores del semanario francés Charlie Hebdo: un semanario bastante bruto, cuyos redactores y dibujantes se han dedicado siempre a reírse del lucero del alba, mostrando a menudo una tosca falta de sentido del humor y una excesiva tendencia a la grosería.
Pero al fin y al cabo se reían, y hacían reír a sus lectores. Pocas cosas hay en el mundo más hermosas que reírse y hacer reír a los demás. El humor puede ser más o menos inteligente y más o menos elegante, pero como tal humor a mí (que también soy muy bruto) me parece bien.
Tras el atentado, la revista -mutilada y muy dañada- ha seguido funcionando. Con un tesón y una convicción que les honra, han sacado su número semanal puntualmente.
Los terroristas idiotas han conseguido empapar de ética, de valentía y de rectitud moral lo que hasta ese momento no era sino una colección de eructos. Tras el atentado, los dibujantes cómicos de todo el mundo, y ciudadanos de todas las profesiones, ideologías y pensamientos, enarbolaron el letrero "JE SUIS CHARLIE" (Yo soy Charlie) como solidaridad y unión con los chicos del Charlie Hebdo. El caso es que, una vez cometidos los asesinatos, y una vez manifestado el dolor por todo el mundo, la revista tenía el desafío histórico de responder ejemplarmente.
Y lo hizo. Ha sacado su nuevo número, en cuya portada muestra un dibujo muy poético y emocionante:


Aparece Mahoma (¡nada menos que Mahoma, y en caricatura!) con uno de los ya famosos carteles de "je suis Charlie" y llorando. (O sea, que el propio Mahoma se solidariza con la revista y llora por el atentado de unos desalmados descerebrados que le veneraban y que incluso sentían que actuaban en su nombre). Sobre el dibujo hay un rótulo que me parece algo enigmático: "Todo está perdonado". No sé muy bien si el dibujante, en nombre de la revista, dice que ellos ya han perdonado a los asesinos (cuesta creerlo, en menos de una semana, pero en todo caso es una manifestación loable y admirable) o si ese rótulo también habría que atribuírselo al profeta: Llora, exhibe un cartel de "je suis Charlie" y dice que perdona a los dibujantes blasfemos por sus insultantes y salvajes dibujos y a los terroristas asesinos por su loco crimen.
Bueno; sea como sea, se entiende que todos perdonan a todos (ojalá) y es algo digno de aplauso.
El dibujante ha dicho que hizo el dibujo, y que cuando escribió sobre él "TOUT EST PARDONNÉ" rompió a llorar. Lo creo.

jueves, 15 de enero de 2015

Kitschpectáculo

Los arquitectos nos quejamos de la arquitectura espectáculo, pero todos vivimos en un espectáculo total. Todo es espectáculo. ¿Cómo no iba a participar también la arquitectura en él?
Cada vez es más frecuente que en las noticias de la tele nos hablen de un "espectacular accidente", o de un "terremoto espectacular", o de un "atraco espectacular".
Es decir, esas desgracias (accidente, terremoto, atraco) nos son propuestas a todos nosotros como elementos de diversión. Todo es un espectáculo. La muerte y el hambre. La tragedia. La usura, la crueldad, la enfermedad, el mal. Todo.
A eso se reduce todo: a espectáculo.
Tal y como lo dicen en las noticias, se conoce que en tal país han muerto cientos de personas sólo para que nos divirtamos, ya que, según nos dice el pedropiqueras de turno, la matanza ha sido "espectacular".
"Espectacular" es lo propio del "espectáculo", y un "espectáculo" es una función o diversión pública.
(Sí, ya sé que el DRAE ha terminado por admitir también la desviación que yo estoy denunciando, pero el DRAE es un notario que va glosando -con retraso- los crímenes que se van perpetrando contra nuestra lengua).

Entonces, si hasta las matanzas, las guerras y los genocidios son ya espectaculares, ¿por qué no iba a serlo la arquitectura, que tiene muchos más motivos y más razones para ello?

Como ya comentamos hace poco, Frank Gehry se enfadó porque le dijeron que su arquitectura era espectáculo. Pues claro que lo es. ¿Cómo no iba a serlo?

Así se puso Frank Gehry cuando le hablaron de arquitectura espectáculo

La gente va a Oak Park a ver las Prairie Houses, o a Sidney a ver la ópera, o a Ronchamp, o a Nueva York o a Barcelona para ver edificios y plazas. ¿Por qué no iba a ser un espectáculo la arquitectura?
Claro que lo es. Es una fuente de diversión, de alegría y de placer. Pues qué maravilla y qué bendición.
Otra cosa es cuando la arquitectura es sólo espectáculo, y además malo: del nivel de "Humor amarillo" o "Sálvame de Luxe".
Puesta a ser un espectáculo, podría ser uno mejor.

El problema no es que la arquitectura sea espectáculo; el problema es que cuanto peor espectáculo es a más gente gusta.
Claro, que eso no le pasa sólo a la arquitectura. Lo mismo sucede con la novela, con la canción, con el cine... Lo malo es constatar que la aceptación popular va en sentido contrario a la calidad de las obras.

Señor Ghery: Cuando alguien hace esto

Frank Gehry, Clínica mental en Las Vegas
(Por si necesitabas una temporada de reposo: Pues te fastidias)

no puede pedir respeto después, ni enhestar el dedo corazón de la mano derecha mientras lanza miradas de monja cabreada a quien, honradamente, le ha preguntado por su arquitectura espectáculo.

Es curioso: Si te dicen que tu arquitectura es espectáculo te cabreas, pero si te dicen que es espectacular te sientes muy honrado.
-Señor Gehry: Ha hecho usted una clínica espectacular.
-Muchas gracias. (A ti no te levanto el dedito).

Incluso salvadores de la patria que propugnan una nueva sociedad ideal y revolucionaria acaban cayendo ante el espectáculo.

El rey desnudo y su sastre

Y en países que tienen serios problemas de abastecimiento y donde se nos cuenta (seguro que son insidias imperialistas) que carecen incluso de papel higiénico (por ejemplo) a sus dirigentes no les tiembla la mano para encargar arquitectura espectáculo. (O, si lo preferís y lo veis mejor, arquitectura espectacular).

El cine es puro espectáculo. El problema es que alguien considere espectacular Pepito Piscinas. Y también que valore la calidad de una película sólo por el número de helicópteros y aviones estampados.

jueves, 8 de enero de 2015

La pluma, la espada y la indiferencia

Todos estamos consternados estos días porque unos analfabestias han asesinado a unos dibujantes groseros que hacían chistes y bromas sobre Mahoma y el Corán. Bueno, los hacían también sobre Jesucristo y sobre cualquier religión o convicción. Y sobre cualquier cosa que se moviera. O que no.
Algunos de esos chistes son muy buenos, pero otros son un mero eructo sin gracia alguna. Pero eso ahora es lo de menos. La gente civilizada cuando lee un chiste que no le hace gracia lo dice, pero no mata a nadie.


Ha habido una reacción emocionante en todo el mundo ante este atentado. Muchos dibujantes han hecho sus homenajes particulares a los asesinados (en mi opinión con dibujos muy superiores a los de la revista asaltada, y de los que he seleccionado una muestra para ilustrar esta entrada), y se ha suscitado la eterna pregunta de si la pluma es más fuerte y noble que la espada. (Pregunta que se hace el mismo Cervantes en el Quijote y que, curiosamente, resuelve a favor de la espada. Cervantes mira con nostalgia sus años de soldado y siente que ser escritor es un mal sucedáneo, un pobre refugio de impotentes).


Ese debate fue muy fecundo en los siglos del Renacimiento y del Barroco, pero hoy parece totalmente superado. La gente civilizada cree en la pluma, y en que, aunque los bestias de la espada siempre ganan en el cuerpo a cuerpo, en las distancias largas el mundo es de los pacíficos y de los cultos. La inteligencia vence a la fuerza: Eso es lo que quisiéramos creer.


Por otra parte, también estos días ha salido a la luz un dato del CIS que dice que el 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca. Vamos, que las tres palabras (cuatro a lo sumo) que trae el titular de la portada del MARCA son su límite. O sea, que les das un libro y no saben por dónde se abre.


Desde hace años, con la escolarización universal y la Enseñanza Secundaria Obligatoria se supone que el nivel cultural y formativo de los españoles ha subido. Pero la realidad es que cada vez se lee menos y cada vez importa todo menos.
(Importa si Rosaura y Penélope, que son dos concursantes de Gran Hermano que me acabo de inventar, se han peleado porque Penélope se quiere zumbar a Yuyo y Rosaura es una lagartona zorrona. Pero poco más. La vida sigue plácidamente y el rascado de escroto se realiza en todo momento y a completa satisfacción).


Dos ejemplos, vistos con mis propios ojos y escuchados con mis propios oídos, de la alta formación de la juventud española, de esta rozagante "generación mejor preparada de la historia":
1.- En el programa Lo sabe, no lo sabe, de la cadena cuatro de televisión la concursante tiene que conseguir que un viandante que ella elija sepa qué mar baña Almería. Elije a un joven de unos veinte años que pasa por allí. El presentador le hace la pregunta: "¿Qué mar baña Almería?" El muchacho lo piensa unos segundos y contesta: "El Ebro".
2.- La cadena Telecinco emite un programa concurso vergonzoso y zafio que se llama Mujeres y hombres y viceversa. El nivel es tan ínfimo que un ingenioso tuitero escribe: "Estoy seguro de que ningún espectador de 'Mujeres y hombres y viceversa' sabe lo que significa viceversa". Un lector del tuit, ofendido, contesta: "Yo soy espectador de ese programa y lo sé: significa bisexual". (Miro el TL de este mamífero, me pasmo ante otros tuits que ha escrito y deduzco que no ha escrito eso de coña).


O sea, que ante el "hecho cultural" tenemos mucha gente que reacciona con intolerancia y con violencia y otra mucha gente que no reacciona en absoluto y se disuelve en la indiferencia. No sé qué me da más miedo.





(Si te ha gustado, clica el botón g+1 que verás aquí debajo. Muchas gracias).

viernes, 2 de enero de 2015

Fisac 451

Supongo que todos conocéis la terrible novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y la película homónima de François Truffaut.
En una sociedad sometida a unos gobernantes dictatoriales o, aun peor, absurdos, kafkianos e imbéciles, están prohibidos los libros. El pueblo es más dócil y está más idiotizado si no lee, así que se prohíbe leer y se queman todos los libros existentes. (Al parecer, Fahrenheit 451 es la temperatura a la que se quema el papel).
Un grupo de ciudadanos resistentes se juega la libertad y la vida aprendiéndose cada uno un libro de memoria. Durante el proceso de aprendizaje es muy peligrosa la tenencia del libro, que tras ser aprendido se destruye. Después, en corrillos, en pequeños grupos de iniciados, cada uno recita el libro que se sabe, jugándose de nuevo la libertad y la vida.
Así se forma un núcleo de apóstoles de la cultura y de la libertad, que van pasándose ese sagrado conocimiento unos a otros, extendiendo el círculo de memoriosos y atravesando las generaciones hasta que algún día alguien recapacite y acabe con la prohibición, y los poseedores de esos conocimientos dicten de nuevo a los impresores las obras maestras que atesoran. Y si ese día no llega nunca, se las seguirán contando unos a otros para siempre.

No sé a qué temperatura (ni Celsius ni Fahrenheit) se carboniza el hormigón. Bueno, en este caso (La Pagoda, de Miguel Fisac) no ardió, y sí podríamos calcular qué resistencia presentó a la piqueta y con qué fuerza fue derribada.


La conocida popularmente como "La Pagoda" era la torre de los Laboratorios Jorba, que Fisac proyectó en el año 1965, y que es una de las obras maestras de la arquitectura contemporánea española.
Pero esta obra cumbre sufrió dos circunstancias adversas: La primera es que los terrenos en que fue edificada, que en su momento estaban fuera de Madrid y no tenían mucho valor, fueron integrándose en la progresiva expansión de la ciudad y subieron enormemente de precio, y prometían unos pingües beneficios si se petaban de muriendas. La segunda es que el Ayuntamiento de Madrid, que cataloga cualquier cosa que tenga más de cien años (una reja de balcón, un roñoso paño de ladrillo, una ménsula de piedra), tenga o no tenga valor alguno, aunque ya hubiera sido una castaña desde el lejano día en que vio la luz y haya estado ofendiendo a los ciudadanos durante siglos, no cayó en catalogar esta obra maestra, y no pudo (ni quiso) hacer nada aunque miles de arquitectos de todo el mundo clamamos contra semejante barbaridad.


Los fotógrafos de prensa sacaban fotos, y los operarios de las máquinas le daban golpes. Cada uno cumplía su misión y la pagoda desaparecía. (Conste como broma macabra que en esas fechas en el Ayuntamiento de Madrid gobernaban unos que se llamaban a sí mismos "conservadores").


"'La Pagoda' de Fisac ya no existe", dice el recorte de prensa, y la foto lo demuestra. ¡Hala! ¡Misión cumplida!
De la pagoda ya no queda nada. Bueno; sí. Queda la memoria. Quedan las fotos, quedan los libros, los recuerdos, los planos... y queda una heroica iniciativa que aplaudo sin reservas.